jueves, 9 de octubre de 2008

Romanticismo estadounidense

El Romanticismo estadounidense, salvo precedentes como William Cullen Bryant, proporcionó a un gran escritor y poeta, Edgar Allan Poe, creador de una de las corrientes fundamentales del Postromanticismo, el Simbolismo, y a James Fenimore Cooper (discípulo de las novelas históricas de Scott). Se puede considerar un postromántico el originalísimo pensador anarquista Henry David Thoreau, introductor de ideas anticipadas a su tiempo como la no violencia y el ecologismo, y autor del famoso ensayo Sobre la desobediencia civil. En los Estados Unidos también se habla de transcendentalismo.




Romanticismo argentino



Esteban Echeverría, figura destacada del romanticismo argentino, escribió «La cautiva» y «El matadero».


Esteban Echeverría, figura destacada del romanticismo argentino, escribió «La cautiva» y «El matadero».




El Romanticismo tuvo su primera manifestación en la Argentina con la aparición en 1832 del poema Elvira o la novia del Plata de Esteban Echeverría, quien lideró el movimiento que se concentró en la llamada Generación del 37 y tuvo uno de sus centros en el Salón Literario. El romanticismo argentino integró la lengua tradicional española con los dialectos locales y gauchescos, incorporó el paisaje rioplatense a la literatura y los problemas sociales. El romanticismo argentino se produjo íntimamente ligado con el romanticismo uruguayo. En Hispanoamérica, el contenido nacionalista del romanticismo confluyó con la recién terminada Guerra de Independencia (1810–1824), convirtiéndose en una herramienta de consolidación de las nuevas naciones independientes, recurriendo al costumbrismo como una herramienta de autonomía cultural.



Entre las obras más importantes del movimiento se destacan «La cautiva» y «El matadero», ambas de Echeverría,[1] [2] el Martín Fierro obra maestra de José Hernández, Amalia de José Mármol, Facundo de Domingo F. Sarmiento y el folletín y obra dramática Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez, considerado fundador del teatro rioplatense.




Romanticismo mexicano


El romanticismo mexicano se distinguía por amalgamar el periodismo, la política, el positivismo y el liberalismo, pues surgió en los años previos a la Independencia de México. El poeta Manuel Acuña es posiblemente el máximo representante del romanticismo en México.



Otros romanticismos en Latinoamérica



Hay quienes sostienen que el Romanticismo poético en español tuvo manifestaciones pobres[cita requerida], y que obras más acordes con esta sensibilidad se encuentran en las crónicas histórico-ficticias (Tradiciones) del peruano Ricardo Palma. Otros nombres a destacar son el cubano José María de Heredia. Cabe destacar también, la primera parte de la obra del notable narrador chileno Alberto Blest Gana, cuya producción modelada por el costumbrismo de Balzac, se interna en las fisuras del idealismo romántico.



Lugares de reunión



Los lugares donde se reunían los románticos eran muy diversos. Fuera de las redacciones de las revistas románticas, existían determinadas tertulias, como por ejemplo El Parnasillo en Madrid, o, en París, El Arsenal, del cual, si hemos de creer a Alphonse de Lamartine, «era la gloria Víctor Hugo y el encanto Charles Nodier» (Las Noches, de Alfred de Musset, precedida del estudio de dicho poeta por A. Lamartine. Madrid: Biblioteca Universal, 1898). En este cenáculo reuníanse entre otros Alfred de Musset, Alfred de Vigny, Boulanger, Deschamps, Emile y Antoine Sainte-Beuve, etc.



También los rusos tuvieron su cenáculo: la Sociedad del Arzamas (La revolución y la novela en Rusia, por Emilia Pardo Bazán, Madrid, s. a., pág. 245).

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